Bonos Verdes vs. Bonos de Carbono: instrumentos esenciales para combatir el Cambio Climático

Bonos Verdes vs. Bonos de Carbono: instrumentos esenciales para combatir el Cambio Climático

Por Yulisa Camacho (Gerente de Proyectos Basados en Ciencia (Plataforma Mexicana de Carbono) y Carlos Sánchez: Gerente Comercial (Plataforma Mexicana de Carbono)

Cuando hablamos de sostenibilidad, uno de los conceptos más frecuentes son los bonos, que son instrumentos que pueden ayudar a movilizar recursos hacia proyectos en la lucha contra el Cambio Climático. Sin embargo, ¿a cuáles nos referimos? ¿A los verdes, los azules, los sociales o los de carbono? ¿Conocemos la diferencia entre cada uno de estos instrumentos? Esta duda muchas veces genera confusión incluso entre participantes de los mercados.

A continuación, se describirá la diferencia entre estos conceptos, comenzando por los bonos, los que comúnmente conocemos como deuda.

Los bonos verdes, azules, sociales y sostenibles son parte de los llamados bonos temáticos que son en términos generales: títulos de deuda. En otras palabras, cuando alguna empresa requiere financiar algún proyecto, tienen dos opciones tradicionales: a) Dividirse en partes o acciones y venderlas en el mercado para recaudar fondos; o b) Pedir dinero prestado. Esta segunda opción implica salir al mercado con algún proyecto en concreto y solicitar financiamiento a cambio de un rendimiento a los inversionistas.

Lo anterior se convierte en la colocación de títulos de deuda o bonos en el mercado, mismos que cuando buscan financiar un proyecto en específico suelen tener una etiqueta; por ejemplo, los bonos sociales buscan financiar proyectos que mejoran el bienestar social de acuerdo con ciertos criterios ya establecidos. Por su parte, los bonos verdes son aquellos cuyos recursos se destinan a proyectos que minimicen en impacto sobre el medio ambiente o incluso que dichos impactos sean positivos. De la misma forma, los azules buscan proteger nuestros recursos hídricos. En resumen, los bonos temáticos son títulos de deuda que pagarán un rendimiento con el objetivo de financiar proyectos específicos.

Por otro lado, existen los llamados créditos de carbono, que en muchas ocasiones las personas hispanoparlantes las llegan a denominar bonos de carbono; sin embargo, el concepto de estos difiere en su totalidad con respecto a los bonos verdes o bonos temáticos en general. Un crédito de carbono es un certificado que se genera y que legitima la reducción de una tonelada de dióxido de carbono equivalente (1tCO2e) de la atmósfera a través de acciones de captura de carbono o bien, acciones que evitan la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI).

El funcionamiento de estos créditos radica en que, una vez que empresas, organizaciones o personas han implementado medidas de reducción de emisiones internamente y, no obstante, siguen quedando remanentes cuya eliminación o disminución es demasiado costosa, pueden, en lugar de reducir emisiones internamente a un alto costo, reducir emisiones fuera de su sus límites las cuales pueden localizarse hasta en la otra parte del mundo y cuya ejecución resulta económicamente más rentable, es decir más costo-eficiente. De esta manera, las empresas, personas u organizaciones cuentan con un mecanismo de flexibilidad para continuar su labor de descarbonización, pero sin comprometer su economía o modelo de negocio.

Los créditos de carbono entran en escena una vez que es identificada un área de oportunidad para implementar un proyecto o iniciativa de mitigación. Dicho proyecto es desarrollado, certificado por estándares internacionales, monitoreado y validado con la finalidad de que las reducciones de emisiones obtenidas por este sean reales. Una vez que estas reducciones son verificadas, se obtienen los créditos de carbono (también llamados certificados de reducción de emisiones), los cuales son incluidos en el mercado como un producto a disposición de la demanda de las empresas, organizaciones o personas que buscan compensar sus emisiones.

En este sentido, los créditos de carbono, a diferencia de los bonos, no representan un título de deuda. No obstante, el desarrollo de los proyectos de carbono requiere financiamiento al que muchas veces es difícil acceder, puesto que los beneficios de este tipo de proyectos sólo se materializan financieramente a través del mercado de carbono. Por ello, un bono verde podría ayudar a financiar este tipo de iniciativas de carbono, buscando en el futuro tener rendimientos derivados de la venta de los créditos de carbono. De esta forma, Como se observa en la Imagen X, ambos mecanismos son distintos, mas no excluyentes, y de forma conjunta pueden lograr la movilización de recursos para una transición verde y justa, puesto que muchos de los criterios para la implementación de proyectos de mitigación incluyen salvaguardas y co-beneficios sociales.