Autora: Tamires Silvestre, directora de Sustentabilidad de Ball América del Sur
Cada 22 de abril celebramos el Día de la Tierra, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el impacto que generamos en el planeta. Desde cómo consumimos hasta la manera en la que gestionamos lo que desechamos, todo está conectado. Y en ese todo, hay pequeños grandes gestos que marcan la diferencia. Uno de ellos puede parecer tan simple – y tan poderoso – como elegir una lata de aluminio.
La lata de aluminio es uno de los mejores ejemplos de envase ideales pensado para la economía circular. Es muchas veces reciclable, liviana, y altamente recuperable gracias a su valor en el mercado del reciclado, lo que incentiva su reutilización. En Argentina, la tasa de reciclaje de latas que ronda el 79% (Euromonitor, 2017), una cifra que nos posiciona favorablemente en el contexto regional y global, donde el promedio mundial de reciclado de latas de bebidas de aluminio es del 70%.
¿Por qué es tan especial este material?, porque el aluminio puede reciclarse una y otra vez sin perder calidad. Y lo mejor: hacerlo consume apenas un 5% de la energía que se necesita para producir aluminio nuevo. Es decir, cada lata reciclada ahorra recursos, reduce emisiones y nos acerca hacia un futuro más sustentable.
Desde Ball, trabajamos visibilizar el potencial del aluminio y promover su uso consciente. Sabemos que el cambio no depende solo de un actor. Se necesita una mirada integral, políticas públicas inteligentes y consumidores cada vez más informados.
En países como Chile, por ejemplo, se están impulsando normativas como la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor), que promueven que quienes ponen productos en el mercado también se hagan cargo de su recuperación. Son pasos importantes que demuestran que la sostenibilidad no es una moda, sino una necesidad urgente en la que todos los actores de la sociedad deben intervenir.
Desde nuestro lugar, creemos en la importancia de promover un diálogo constructivo sobre políticas públicas que impulsen el reciclaje y el ecodiseño. Entendemos que un marco regulatorio bien estructurado, basado en principios de equidad, transparencia y metas claras, puede contribuir de manera significativa a una economía más circular.
Diseñar productos pensando en todo su ciclo de vida es clave. En este sentido, la lata de aluminio cumple con ese criterio: es mono-material, es decir, está hecha de un solo material, lo que facilita enormemente su reciclaje. Este diseño no solo es eficiente en el uso de recursos, sino que también forma parte de un sistema de reciclaje que ya funciona y se complementa con el ecodiseño: una forma de diseñar productos pensando desde el inicio en minimizar su impacto ambiental a lo largo de todo su ciclo de vida.
Este Día de la Tierra, el mensaje es claro: cada decisión cuenta. Cada envase, cada hábito, cada política pública puede empujar el camino hacia una economía más circular. El desafío es grande, pero contamos con materiales, ideas y personas comprometidas con lograr ese cambio.
Elegir una bebida con envase sustentable y darle muchas vidas a través del reciclaje puede parecer poco, pero cuando entendemos todo lo que representa, se convierte en un acto transformador.