Por Rodolfo Tarraubella (Presidente de Fundación EcoConciencia)
¿Cómo se denomina a aquel que toma un bien o servicio producido por otro, lo usa, y no le paga al productor? Según el diccionario de la lengua española, “ladrón” es todo aquel que se apropia de cosa ajena sin pagar por ello y sin autorización para hacerlo.
Supongamos dos hermanos que reciben en herencia un campo de 10.000 hectáreas, con un bosque nativo casi impenetrable, sin haber sido nunca talado, nunca tocado por el ser humano. O sea, una auténtica jungla que además de árboles está llena de animales salvajes, aves, reptiles, insectos, etc. La pregunta que se hacen es ¿Qué hacer con él? Después de intensos debates entre los hermanos, uno de ellos, Santiago, decide respetar al bosque y dejarlo tal cual está, o sea, conservarlo. Su reflexión fue ética: ¿Cómo voy a destruir semejante maravilla natural que costó siglos en desarrollarse? Sin embargo, el otro hermano, Sergio, decide talarlo y prepararlo para cultivar cereales y oleaginosas. Su reflexión fue económica ¿Cuánto dinero voy a obtener si vendo la madera y con ello preparo la tierra para cultivar cereales y oleaginosas? ¿Por qué la ética ecológica debe estar enfrentada con la ética económica?
Sergio, el productor de oleaginosas va a usar entre sus insumos: semilla (que paga), combustible (que paga), trabajadores (que paga), tractores (que paga), y otros insumos que paga. Pero también va a utilizar (fertilidad de la tierra) que tomó de la biodiversidad que le da su hermano (que no paga), va a utilizar lluvias provistas por el campo de al lado (de Santiago) a través del servicio de evapotranspiración de los árboles (que no paga), va a evitar inundaciones a través del servicio de regulación que dan los bosques, o sea provista por el campo de al lado, el de Santiago, (que no paga). También va a utilizar polinización por las abejas de los árboles del vecino de al lado (su hermano) (que no paga), va a utilizar un clima más amigable a través del servicio de regulación del clima que provee el vecino de al lado, el del bosque (al que no se le paga) y un sinnúmero más de servicios que le brinda su hermano, el vecino de al lado, el del bosque, al que no le paga.
El dueño del campo de oleaginosas (Sergio) vende su producción y recibe dinero, en cambio el dueño del bosque nativo (Santiago) produce servicios esenciales para que el vecino de al lado produzca, pero no cobra un centavo. Ahora sí, todos le exigen que cuide el bosque, y habría marchas de gente enojada si talara una parte de él. “Qué irresponsable”, dirían.
Esto mismo pasa con los países más desarrollados, que en su mayoría han talado sus campos para generar espacios agrícolas y ganaderos, pero tienen grandes campañas de sus ONGs, que critican el talado de árboles para los mismos fines.
Asimismo, si el dueño del bosque (Santiago) toma una bolsa de cereales del vecino (Sergio), es denunciado y condenado por ladrón. ¿Qué pasa al revés con el dueño del campo de oleaginosas cuando le roba los servicios ecosistémicos que produce el dueño del bosque? ABSOLUTAMENTE NADA.
¿Por qué existe la gratuidad en los servicios ecosistémicos? ¿Por qué quien presta servicios ecosistémicos no puede cobrar por su servicio?
El origen de este problema está en la definición de bienes escasos o superabundantes que define la economía. Los bienes escasos son susceptibles de valor comercial, en cambio los superabundantes no (pero sin los bienes considerados superabundantes no podríamos vivir). Durante muchos años, los servicios ecosistémicos fueron bienes superabundantes, por lo que no tenían valor ¿Podemos decir lo mismo ahora? ¿Sigue siendo superabundante el agua, el aire, la biodiversidad, la fertilidad, etc.?
Hoy podemos decir que el éter cósmico, las estrellas, el cosmos en sí mismo es superabundante y no tiene valor comercial, ¿Pero no es hora de pensar diferente con la tierra y los servicios ecosistémicos que produce? Desde el año 2015, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible cambió la definición de sostenibilidad, la sostenibilidad ya no es sólo ambiental, sino socio ambiental. Pero cuando se definen los 5 pilares de los ODS, Planeta, Personas, Prosperidad, Paz y Alianzas, el planeta es la base de todos, sin planeta no pueden existir las personas.
Ahora bien, si coincidimos en que los servicios ecosistémicos no son más escasos, y desde las Naciones Unidas se acuerda en que son la base de todo, ¿Por qué no hay mercado?
Hoy solamente un servicio ecosistémico es el que desarrolló mercado, la captura de gases efecto invernadero, que el año pasado generó transacciones que superaron los U$100.000 millones de dólares según el reporte del banco mundial.
Creo que, la más interesante de las iniciativas para el pago por servicios ecosistémicos, es el esfuerzo que vino haciendo la bolsa de comercio de Nueva York y algunos grupos privados para instalar Empresas de Activos Ambientales, Natural Asset Companies NACs, que serían empresas que venderían sus servicios ecosistémicos a otras empresas que no lo producen. Se había acordado que se contabilizarían estos servicios ecosistémicos de acuerdo a las pautas de la Contabilidad de los Servicios Ecosistémicos que pautó la ONU a través de su oficina de biodiversidad UNEP de Nairobi. https://seea.un.org/content/homepage Pero existe un largo tramo aún por recorrer.
Y el tiempo pasa y la amenaza del último reporte de riesgos del Foro Económico Mundial de DAVOS ha sido terminante, en 10 años existe un altísimo riesgo de colapso de la naturaleza, y los cuatro riesgos más importantes en su escenario a 10 años son ambientales.
Mientras tanto…
Somos todos ladrones ambientales, que nos enriquecemos con lo que produce el dueño del bosque y que sin él no podríamos siquiera respirar.
Ahora podemos empezar a entender por qué se debe pagar por los servicios ecosistémicos, los que produce la naturaleza, uno de ellos, el más famoso, la captura de dióxido de carbono, llamados BONOS DE CARBONO.