Ubicada donde la selva paranaense se encuentra con los pastizales del sur, la Reserva Natural Osununú celebra 20 años bajo la gestión de Fundación Temaikèn. Este espacio de 168 hectáreas, ubicado en el área del Teyú Cuaré, se consolidó como un referente en gestión de áreas naturales privadas, combinando conservación, investigación científica, educación ambiental y trabajo comunitario en un enfoque de manejo integral del paisaje.
Desde su creación en 2005, la Fundación lleva adelante en Osununú una estrategia que integra la protección de la biodiversidad con el desarrollo local sostenible.
“Desde el inicio, pensamos en proyectos que conectaran a las especies, los ambientes y las personas. La conservación no puede pensarse sin la gente”, afirma Paula González Ciccia, vicedirectora general de Fundación Temaikèn.
Una gestión basada en el conocimiento
La gestión de Osununú se apoya en tres pilares: investigación científica, educación ambiental y articulación interinstitucional. En 20 años, se generó un sólido cuerpo de conocimiento sobre el ecosistema de transición —o ecotono— entre la selva misionera y los pastizales, un mosaico biológico de alto valor ecológico.
La Estación Científica Osununú, creada por la organización conservacionista, funciona como base permanente para investigadores del CONICET, de universidades nacionales e internacionales, y de instituciones provinciales como el Instituto Misionero de Biodiversidad (IMiBio).
Gracias a este trabajo en red, se descubrieron más de 10 especies nuevas para la ciencia, se registraron 18 especies de murciélagos —cuatro amenazadas y una nueva— y hoy se cultivan e investigan 8 especies de flora endémica para restauración ecológica.
“Necesitamos saber para poder conservar cada dato nuevo nos permita diseñar medidas más efectivas para proteger estos ecosistemas. Por eso es clave sostener la investigación a largo plazo y fortalecer la Estación Científica como un espacio vivo de aprendizaje.” sostiene Paula González Ciccia.
En 2013, Osununú y el Parque Provincial Teyú Cuaré fueron declarados Área de Importancia para la Conservación de los Murciélagos (AICOM), y hoy la reserva integra la Red Argentina de Reservas Naturales Privadas y forma parte de un Área Clave para la Conservación de la Biodiversidad (KBA).
Conservación participativa y gobernanza local
La participación de todos los actores vinculados es clave para lograr la sostenibilidad a largo plazo de las áreas protegidas y alcanzar el cumplimiento de sus objetivos de conservación. La gestión de la Reserva Natural Osununú se distingue por su enfoque participativo y territorial. Aquí, Fundación Temaikèn trabaja junto a pueblos Mbyá Guaraní, organizaciones no gubernamentales, instituciones científicas y autoridades provinciales en un esquema de gobernanza colaborativa.
“El futuro de la conservación es con la gente, no sin la gente. Buscamos conciliar al ser humano con la naturaleza, generando proyectos donde la comunidad sea protagonista y aliada del proceso de conservación.” subraya Jerónimo Torresín, coordinador del Programa Selva y Pastizal.
A través de acuerdos y programas conjuntos, la Fundación logró extender la conservación más allá de los límites de su reserva, contribuyendo a la conectividad ecológica del corredor Teyú Cuaré y fortaleciendo la red de áreas protegidas de Misiones.

Entre los resultados más destacados se encuentra el programa Multiplicadores Ambientales, que capacitó a 390 docentes y promovió 163 proyectos escolares vinculados a la conservación del entorno. Este modelo de educación ambiental no formal apunta a construir ciudadanía ambiental y capacidad de gestión local, incorporando herramientas de monitoreo, restauración y planificación territorial.
Trabajo Interdisciplinario sostenido en el tiempo
Toda área protegida cuenta con un plan de gestión (o plan de manejo) como máximo instrumento de planificación estratégica que contiene las directrices necesarias para orientar la gestión (manejo y administración) del área, su seguimiento y evaluación. Es un documento en el cual, en base a una caracterización y un diagnóstico previo del área, se formulan los objetivos de conservación, los objetivos del plan, las estrategias de conservación para lograrlos y el ordenamiento del espacio.
La Reserva Natural Osununú se gestiona bajo un plan maestro que incluye monitoreo de especies, manejo de hábitats, control de amenazas, restauración de áreas degradadas y programas de sensibilización pública.
El equipo interdisciplinario —compuesto por guardaparques, biólogos, educadores y técnicos ambientales— desarrolla acciones coordinadas de investigación aplicada y gestión adaptativa.
“Trabajar en conservación requiere equipos transdisciplinarios: quien educa debe entender la conservación, y quien investiga debe comprender la dimensión social. El cambio ocurre cuando logramos esa integración”, explica Jerónimo Torresín.
En términos de infraestructura, la reserva cuenta con senderos interpretativos, miradores y un vivero de especies nativas, integrando conservación y uso público responsable.
Celebración con historia y compromiso futuro
La conmemoración de los 20 años reunió a autoridades provinciales y locales, científicos, comunidades y representantes de ONG. Hubo talleres, recorridos guiados, una muestra fotográfica, presentaciones de proyectos educativos y un mural colectivo coordinado por la artista Agostina Corallo (Coral arte), en el que la comunidad dejó su huella como símbolo de unión con la naturaleza.
“Cada pincelada en el mural representa un aporte individual al esfuerzo colectivo. Es la síntesis de cómo entendemos la conservación: un trabajo conjunto, intersectorial y con propósito común”, resumió Paula González Ciccia.

La reserva, además, guarda una rica historia cultural: fue propiedad del paisajista Carlos Thays y de Darío y Eglé Quiroga, hijos del escritor Horacio Quiroga. En 2005, la Fundación Temaikèn recibió el predio en donación, comprometiéndose a conservarlo a perpetuidad.
Un modelo de gestión para el futuro
Hoy, la Reserva Natural Osununú es considerada un caso modelo de gestión de reservas privadas en Argentina, integrando ciencia, educación, participación y planificación territorial en una sola estrategia.
“Estos 20 años demuestran que la gestión ambiental efectiva se logra con continuidad, conocimiento y trabajo en red. Nuestro compromiso es seguir generando impacto positivo en la biodiversidad y en las comunidades que la habitan”, concluye Paula González Ciccia.


