Sobre mitos, leyendas y fantasías de árboles y bosques

Hay, en la historia de la literatura, innumerables páginas dedicadas a los bosques en general y, particularmente, a los árboles. 

Podemos detenernos a leer información sobre distintos aspectos de los árboles, con datos duros y extremadamente complejos para quien no conoce del tema. También encontramos lo histórico, lo sagrado, lo mítico.

En este sentido, podemos mencionar un árbol cuyo diámetro de tronco debía ser abrazado por miles de personas para alcanzar a rodearlo por completo, otro árbol estaba permanentemente incendiado y no podía ser apagado ni por la lluvia. También recordemos seguro haber escuchado el mito de un laurel que creció en la luna y sus hojas caían al planeta tierra y quien las encontraba también encontraba el amor.

Sí, claro, todo eso tan fantástico e increíble se escribió cuando la información que nos trae a la realidad era escasa y cualquier historia era casi irrefutable, a tal punto que las personas encontraban sus respuestas en los mitos.

Hoy poco se escribe sobre mitos, leyendas y fantasías de árboles o bosques. Por el contrario, es común leer en las noticias lo real y enterarnos que miles de hectáreas fueron arrasadas por el fuego, o cómo impacta la deforestación en el ciclo del agua y el carbono. También empieza a tomar importancia el mercado de carbono. Y así nos mantenemos, expectantes cuando de árboles se trata. A veces atentos por la angustia de ver morir el bosque y todos sus beneficios ecosistémicos, otras veces porque nos importa qué beneficio podemos sacar de todo esto y otras, muy pocas, porque de verdad, nos importa la vida.

Del mismo modo que se habla de la actualidad difícil del bosque, se van olvidando muchos árboles míticos, religiosos… fantásticos. Y estamos seguros de que muchos de ustedes, que leen estas palabras, han olvidado el árbol más fantástico de todos. En este caso no hablamos de un árbol perdido en la historia, sino de ese árbol que cada mañana, cuando iban al colegio, lo veían, tan grande, cual escolta de nuestros sueños, bien firme y compañero. Nos referimos al que sostenía la hamaca donde jugaban o aquel que ofrecía la sombra durante las siestas de verano y allí pasaban horas de charlas con sus amigos. ¿Y cómo olvidar la sombra del árbol donde tomamos tantos mates? Entonces, nos preguntemos ¿en qué momento olvidamos nuestro árbol fantástico? ¿En qué esquina lo dejamos? ¿En qué momento las palabras como cambio climático, deforestación, erosión, desertificación y demás, se volvieron protagonistas de nuestra vida cotidiana?

Creo que nosotros, como dueños o colaboradores de empresas, es hora de que generemos bosques, en cada rincón plantar un árbol y no detenernos, al menos, hasta que aquel árbol que olvidamos no desaparezca nunca más, hasta que al pasar por una plaza veamos la infancia, el futuro, disfrutar de la vida acompañados de los árboles. En la actualidad, sufrimos cada día distintos acontecimientos causados por el cambio climático y, si en verdad queremos hacer algo por el árbol que olvidamos, o, en otras palabras, por el niño que ayer fuimos y por los que vendrán, tenemos que regenerar nuestros bosques, comprometernos con la vida y salir a plantar, ya que los árboles, por muchos motivos, son el caballito de batalla del mundo si queremos revertir esta situación.

En, Optimizar Forestal, tenemos el orgullo de contarles que, no conformes con los miles de árboles que llevamos plantados, decidimos hace ya bastante ir a fondo con este compromiso ambiental, es por eso que somos empresa B certificada y seguiremos plantando e invitándolos a sumarse a esta hermosa actividad porque no importa si plantan un árbol o miles, lo que en verdad importa es que ese árbol se plante con amor, porque las únicas cosas que perduran son aquellas realizadas con amor. Y si los árboles perduran, nosotros también lo haremos en los árboles, en las historias, en cada átomo de carbono.