Es reconocido y conocido el desfavorable impacto que genera en las organizaciones un daño a su reputación, logrando devaluarla sin límites. Las estadísticas demuestran que repo-nerse de dicho daño puede demorar varios años y a veces no puede volver a alcanzarse el status quo anterior, siendo la caída reputacional grabada a fuego en la memoria de los diferentes stakeholders. Es por eso, que no sólo los accionistas sino también los inver-sores y hasta los mismos empleados estarán de acuerdo en lo atractivo y motivador que es pertenecer e invertir en una organi-zación construida a partir de cimientos sólidos donde “las reglas