que se pensaba. Hace poco finalizó la Intersesional de Cambio Climático SB58, en Bonn, Alemania, una importante instancia de negociación intermedia rumbo a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP28. Allí se abordó lo expresado por el IPCC respecto del “Balance Global”, una herramienta del Acuerdo de París para evaluar la acción climática, que concluyó su diálogo técnico y ahora se adentra en la fase política. La publicación permitirá evaluar las acciones tomadas en los últimos años y determinar los pasos necesarios para alcanzar la meta de 1,5°C. Aunque se logró establecer un índice de temas para el balance, el componente de financiamiento generó conflicto entre países en vías de desarro-llo y desarrollados. Los mismos expertos aseguran con alto nivel de certeza que América Central y América del Sur son regiones “altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático”. MEDIO AMBIENTE Leer más Leer más En ese sentido, los impactantes escenarios que provocan el cambio climático en distintas partes del planeta abren una serie de cuestiones para la Argentina y América Latina. En primer lugar, cómo las decisiones que se toman en los países centrales terminan haciendo pagar gran parte de los costos a otras naciones, y en especial, complicando la situación en aquellas con menos recursos. En segundo lu-gar, ¿son adecuadas las estrategias que deben construir los estados latinoamericanos para hacer frente a los impactos del calentamiento global cuando, paradójicamente, no son los principales contaminantes? Finalmente, esto nos lleva a cuestionarnos quién debe pagar las cuentas y bajo qué condiciones. La economía global se encuentra en un período de incerti-dumbre debido a la pandemia y la guerra en Ucrania, lo que ha llevado a los países desarrollados a tomar decisiones importantes. La inflación ha vuelto a niveles que no se veían desde hace más de 30 años en los países centrales y los precios del combustible han aumentado a nivel global. Ante esta situación, los líderes globales se han enfocado en dos aspectos principales. Por un lado, para hacer frente a la inflación, se ha aplicado una medida “monetarista” que im-plica una subida de la tasa de interés. Esta acción ha provo-cado que los inversores abandonen los países emergentes en busca de mejores rendimientos en países centrales que ofrecen menor riesgo. En finanzas, esto se conoce como “fly to quality” y se busca mejorar la calidad de la inversión, disminuyendo el riesgo. Por otro lado, la escasez de combustible debido a las sanciones impuestas a Rusia ha llevado a un aumento del precio del petróleo europeo de casi un 50% desde el inicio del año. Además, ha impulsado el regreso del carbón como fuente de energía, lo que representa uno de los mayores desafíos ambientales del planeta debido a su alto nivel de contaminación. En 2022, la humanidad quemó una cantidad récord de carbón, alcanzando la cifra de 8.025 millones de toneladas según el último informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Esta cantidad representa una cifra sin prece-dentes, superando la anterior marca de 7.997 millones de toneladas registrada en 2013. El informe de la AIE estima que el consumo de carbón alcanzará su techo entre este año y 2023, y que luego se estabilizará hasta 2025, cuando comenzará a decaer. Esto supone un enorme revés para los esfuerzos para reducir el calentamiento global, ya que la quema de carbón es la principal fuente de dióxido de carbono del mundo, el gas que más contribuye a calentar el planeta. ¿Cómo impactará volver a quemar carbón en el calentamiento global? Seguro que las situaciones que se han visto en América Latina en los últimos años serán cada vez más habituales. Es nece-sario tener en cuenta que, en esta región del planeta, se producen menos del 10% de las emisiones contaminantes. Hasta acá, el saldo para América Latina parece una trampa: más complicaciones financieras y, al mismo tiempo, peores perspectivas ambientales producto del cambio climático. Y todo esto debido a que los líderes de los países desarro-llados han tomado decisiones que priorizan sus propios intereses nacionales y que, al mismo tiempo, descienden negativamente a los más pequeños. La propuesta que hizo Argentina en la COP 27 puede ser una respuesta a los nuevos desafíos es el canje de deuda financiera por el aporte ambiental: como presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CE-LAC), presentó un documento de posicionamiento regional a favor de estos instrumentos. Pero si tenemos en cuenta que las decisiones de los países centrales para preservar sus economías disminuyen globalmente los recursos en los países emergentes, entonces hay que buscar una manera de que esto sea tenido en cuenta en la ecuación. Lo cual nos lleva a otro punto que nos abrió a pensar esta situación crítica de la bajante del nivel del Río Paraná o la crisis hídri-ca que padece la República Oriental del Uruguay. La cues-tión de quién y cómo se hace cargo del impacto negativo en los países emergentes y pobres debe ser cada vez más importante en las conversaciones globales. En 1984, cuando América Latina atravesaba una profunda crisis de deuda, Thomas Lovejoy, referente científico del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), escribió un artí-culo para The New York Times titulado “Aid Debtor Nations’ Ecology”, considerado como el origen intelectual de los can-jes de deuda por naturaleza. Cuando las naciones deudoras recortan el gasto público, los programas de protección de los recursos naturales suelen ser de los primeros en desa-parecer, observó Lovejoy. Temía las consecuencias de los recortes de presupuesto en los ecosistemas de los parques nacionales de Costa Rica o en las agencias de protección del medio ambiente de Brasil, ejemplos que resuenan con fuerza hoy en día. “¿Por qué no utilizar la crisis de deuda -que parece acercarse al bloqueo financiero- para ayudar a resolver problemas medioambientales?”, preguntó Lovejoy, argumentando que si las naciones deudoras se compro-metieran a proteger los recursos naturales, podrían optar a descuentos en la deuda. Los beneficios se notarían mucho después de resolver el problema de la deuda. Las iniciati-vas de canje no necesitarían nuevas inyecciones de divisas, y aumentarían la capacidad del país deudor para devolver los préstamos. Los proyectos de conservación también se pagarían en moneda local, por lo que los recursos llegarían más lejos de lo que podrían llegar al servicio de la deuda. Además de aumentar la probabilidad de ser reembolsados, los acreedores podrían incluso obtener “una medida de satisfacción”, sugirió Lovejoy. Mientras todo esto sucede, los países emergentes están abocados a pensar soluciones a sus problemas en soledad. Un ejemplo interesante es la apuesta por la ciencia. En el caso de Argentina, por ejemplo, hace unas semanas se co-noció una noticia que tiene un impacto global: China inició la comercialización de una soja que resiste a la sequía, un desarrollo 100% argentino cuya investigación fue llevada adelante con fondos públicos. Para desarrollar las costo-sas pruebas de campo necesarias para la investigación, el Estado - a través del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral - se asoció con la empresa argentina Bioceres, propiedad de unos 230 agricultores de América Latina. Esa tecnología, al mismo tiempo, podrá ser utilizada para otros cultivos , por ejemplo en Australia, que acaba de aprobarlo para el trigo. Asimismo, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el año pasado un artículo de investigación en don-de apoya el concepto de los canjes de deuda pero sostiene que no deberían reemplazar programas más amplios de reestructuración de la deuda. Si bien, el artículo todavía no ha sido aprobado por la junta y la dirección del FMI, que sería el paso siguiente para que el organismo pueda utilizar los canjes de deuda por naturaleza y clima, explica la preo-cupación de la entidad internacional que estudia esta nueva posibilidad de beneficio recíproco entre los paies. El eventual involucramiento del FMI sería de especial rele-vancia para la Argentina, que todavía no ha realizado ningún canje de deuda por naturaleza o acción climática, a pesar del interés demostrado a nivel discursivo. También lo sería en el caso de que se sume China por su rol como inversor en proyectos de infraestructura en la Argentina. Sin embar-go, ello todavía no ha ocurrido. Dicho esto, los canjes de deuda por clima podrían ser supe-riores a las subvenciones condicionales cuando se pueden estructurar de una manera que haga que el compromiso climático sea de facto superior al servicio de la deuda; y podrían ser superiores a la reestructuración integral de la deuda en entornos limitados, cuando se espera que este último produzca grandes dislocaciones económicas y se espera que el canje de deuda por clima reduzca significa-tivamente los riesgos de la deuda (y logre la sostenibili-dad de la deuda). Además, los canjes de deuda por clima podrían ser útiles para expandir el espacio fiscal para la inversión climática cuando las subvenciones o un alivio de la deuda más integral simplemente no están sobre la mesa. Resulta más que necesario superar los temores recurrentes de que Argentina pudiese entrar en default con el organis-mo otra vez. Si tenemos en cuenta todas estas cuestiones, entonces ¿quién le debe a quién? Los países de América Latina tene-mos que trabajar juntos para construir estrategias efectivas y coordinadas para hacer frente al cambio climático en nuestra región. Solo a través de un enfoque colaborativo podremos avanzar hacia un futuro sostenible y equitativo para todos. - Fabián Ruocco Director Ejecutivo de CEDyAT* * El Centro de Vinculación Tecnológica - CEDyAT – en el 2023 recibió por el desempeño de sus funciones el “Premio Balseiro” en el Honorable Congreso de la Nación. Actual-mente trabaja junto al Instituto Nacional del Agua - INA - y la empresa estatal Nucleoeléctrica S.A. en el desarrollo del Estudio de Impacto Ambiental para el Proyecto de Exten-sión de Vida de Atucha I. Además, como Unidad de Vincula-ción Tecnológica, habilitada por el Poder Ejecutivo Nacional en el marco de la Ley 23.877, ha cumplimentado activida-des en el Ente Binacional Yacyreta. Además junto a la firma EVARSA ha diseñado e instalado Redes Hidrometeoroló-gicas. En su Laboratorio Técnico funciona el primer Polo Tecnológico Virtual del país “VinTecAr 4.0” conformado por más de 50 entidades del Sistema de innovación nacional incluyendo al Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).