La sustentabilidad es ambiental, pero también es social, y también es económica. Sin industria y sin trabajo no hay sustentabilidad. Es decir, sin cierta prosperidad económica no hay sustentabilidad. No hablamos de “cualquier” industria, ni de “cualquier” actividad económica, sino de las que aceleren su compatibilidad con la pro-tección ambiental. Pero nuestro país va a contramano desde hace décadas. Se hace política generando pobreza, para luego gestionarla y administrar-la. Se dan subsidios, para recibir votos a cambio de subsistencia. Si existiera un “ranking de perversión”, esa forma de hacer política ocuparía un lugar prominente: por debajo de los regímenes totalita-rios, pero por encima del populismo clásico. EDITORIAL Nuestro país necesita otro camino para la sustentabilidad Leer editorial Leer editorial