En forma más o menos coetánea con los debates entorno a la actividad “offshore”, el anuncio de la firma de un acuerdo con la República Popular China para la construcción de una cuarta usina nuclear en el país, nos enfrentará sin dudas a un desafío sin precedentes considerando la sensibilidad ambiental que la actividad despierta entre diferentes grupos de interés. Aún cuando hasta la fecha, el anuncio no haya provocado protestas callejeras con la virulencia que tuvieron los hechos en Chubut, o grandes manifestaciones de rechazo o apoyo, más allá de los documentos que hicieran circular el Instituto Mosconi o el grupo de Ex Secretarios de Energía, es razonable vislumbrar altos niveles de resistencia ciudadana y por parte de organizaciones ambientales militantes, en función de otros antecedentes similares en el ámbito extractivo.