TURISMO SUSTENTABLE Leer más Leer más Ahora bien, más allá de que algunos crean que se trate de una moda, aún son los menos quienes comprenden el real alcance de lo que implica la Sustentabilidad en un Territorio, tanto para un Destino (visualizado como trama de servicios necesarios para recibir visitantes), como para emprendimientos y emprendedores que ofrecen sus productos a los Turistas. Y esto es así en buena medida porque claramente la sociedad está aún en plena transición entre el modelo convencional del capitalismo clásico aplicado a esta actividad, y la necesaria asunción de lo que implica invitar a miles de personas a que consuman y se muevan por espacios públicos y privados, con los impactos que obviamente producen en poblados y senderos, montañas, playas, selvas, parques, mercados e infraestructura de base (que posiblemente estuvo diseñada para servir a una cierta población estable, pero pocas veces para atender volúmenes crecientes de visitantes temporales). Esto plantea si es la Sustentabilidad la forma de gestión que logrará que se reconstruyan los números esperados por empresarios y funcionarios, permitiendo que el Turismo se convierta en el motor impulsor para la Argentina, buscando generar superávit comercial y balanza positiva entre ingresos (producto de recibir turistas el exterior) y egresos (turismo emisivo). Ya desde la década de 1990 se viene hablando sobre la necesidad de incorporar prácticas de Responsabilidad Social o RSE en las empresas del sector, toda vez que se descubría la importancia de agregar una mirada sobre el impacto en la sociedad y el medio ambiente, más allá de considerar ingresos y rentabilidad como factores excluyentes de éxito en la gestión. Para los primeros años de este siglo, la palabra Sustentabilidad (o Sostenibilidad) se presentaba como el nuevo paradigma que traía el anhelo de detener los procesos de saturación y degradación que ya eran visibles en ciertos sitios (por caso Barcelona, Venecia, Machu Picchu y otros). Era tiempo de repensar las estrategias de desarrollo para poner cierto límite entre seguir sumando visitantes “in aeternum” o analizar las ventajas de restringir en parte esas llegadas, en beneficio de la sanidad de sitios y comunidades que estaban siendo duramente golpeadas por la masificación. Aquí vale la pena visualizar que estas dos palabras mencionadas, Sustentabilidad y Sostenibilidad, son a veces utilizadas como sinónimos y otras veces deja espacio para cierta discusión conceptual, que dado los tiempos dinámicos que se viven actualmente, escapa a la importancia real que pueda tener, habida cuenta que ya aparecen otros conceptos superadores que reclaman atención y espacio. Nos referimos entre otros a la Mitigación y Adaptación al Cambio Climático. Esta realidad está trayendo a lo cotidiano el tener que convivir con sequías frecuentes, lluvias inesperadas, tormentas e inundaciones que antes no se presentaban con tanta asiduidad. ¿Están preparados los Destinos para afrontar la necesaria adaptación de sus servicios y productos a estos cambios que seguirán creciendo a medida que la temperatura global aumente? ¿Se toman medidas de mitigación sobre los aspectos negativos que la actividad genera justamente para intentar evitar que se sigan sumando gases efecto invernadero? Para todos los estamentos formales del Turismo (sean Instituciones académicas, Secretarías, Ministerios, Cámaras y Asociaciones empresarias) ya no cabe duda que el presente debe traer a la consideración de planificadores y desarrollistas una mirada acerca de los impactos simultáneos que produce la actividad, sean estos económicos, ambientales y sociales. Recién cuando estos factores convergen adecuadamente en un análisis amplio que permite visualizar si son los impactos positivos los que predominan en estas tres áreas, es cuando diríamos que se cumplen los preceptos antes esbozados. Se estarían corroborando los principios de la Responsabilidad Social, la Sustentabilidad, la Sostenibilidad o como quiera que se llame a esto en el futuro. Recién aquí se puede pensar que el Turismo no sería un factor más de degradación de espacios comunitarios y ambientales, sino que aportaría una mejora económica ya no a costa de la calidad de vida de los habitantes residentes ni de los parámetros de salud ambiental de los territorios. Ahora bien, ¿alcanza con esto? Si buscamos generar Turismo en sitios poco visitados, sería una medida necesaria y saludable. Pero qué sucede con aquellos Destinos que ya han sido impactados por décadas de masividad y concurrencia sin control. De esto se trata: el Turismo es un factor que incide en las conductas de viajeros y habitantes de una forma quizá sólo superada por la Educación. Vemos en las prácticas que traen los viajeros experimentados, una forma de aprender y poder aplicar nuevas acciones en nuestras casas. Y a la inversa, cuando visitamos comunidades responsables, podemos aprender de sus buenas prácticas y llevarlas a nuestros puntos de origen. La Regeneración es uno de estos capítulos que se debe integrar al Turismo, sabiendo que ya no alcanza con “sustentar” o “sostener” a ciertos Destinos que ya están degradados. Pero se puede lograr que la misma actividad se mueva en favor de la mejora del tejido social y el ambiente, buscando poner en valor acciones que produzcan satisfacción y sorpresa en el visitante y a la vez llene de motivación (y un cierto orgullo de pertenencia) a aquellos residentes que verían a los turistas como actores reales de su mejora en la calidad de vida. Las experiencias que permitan a los visitantes el conectarse genuina e íntimamente con lo local, con el espacio visitado, que les dejen espacio para aportar su granito de arena en mejorar las condiciones de lo que encontraron, será la puerta que invite a quienes quieren andar por el mundo sintiendo que están contribuyendo a cambiar el destino, vivenciando el cambio de paradigma, ya que de otra forma se verían como sujetos pasivos. Este parece ser el desafío de estos tiempos. - Fabian Piqué Consultor y Capacitador en Gestión Sustentable. Auditor de hoteles y Viajero responsable. WEB ►