Son tiempos en donde el éxito de largo plazo de una empresa no recae únicamente en su modelo de negocio, en su liquidez o en su rentabilidad. Para el nuevo consumidor no hay cabida para compañías que no velan por un impacto positivo en su comunidad y en su entorno. Para el nuevo inversionista, así como los nuevos colaboradores y reguladores, no basta con tener un buen producto y satisfacer una necesidad, sino que es necesario crear un ecosistema sostenible y sustentable que trascienda. De acuerdo con Deloitte, el 90% de la Gen Z y los millennials se esfuerzan por reducir su impacto personal en el medio ambiente1. Los caracteriza no creer que las empresas y los gobiernos estén tan comprometidos y destaca en ellos la presión que ejercen sobre sus propios empleadores para tomar medidas. Por otro lado, cerca del 80% de los inversionistas encuestados por PriceWaterhouseCoopers afirman que los criterios de ESG (Ambiente, Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) forman una parte importante en su toma de decisiones2. FINANZAS SOSTENIBLES