En la carrera hacia el desarrollo sostenible, el tiempo de las declaraciones vacías y las promesas ambiguas ha quedado atrás. El mundo ya no puede permitirse el lujo de escuchar historias que no representen avances significativos en la lucha contra el cambio climático y la promoción de la sostenibilidad. Nos encontramos en un punto de inflexión donde la acción efectiva es imperativa. A medida que los efectos devastadores de los eventos climáticos extremos y la desigualdad social azotan a las poblaciones de todos los continentes, la conciencia global sobre la necesidad de actuar se intensifica. En este contexto, diversas jurisdicciones, países y regiones están asumiendo compromisos que solo pueden materializarse con la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Los gobiernos, presionados por cumplir con sus compromisos internacionales, y los mercados, cada vez más conscientes de que el cambio climático y la sostenibilidad tienen el potencial de impactar drásticamente en los negocios, están en alerta. Se estima que la economía mundial podría perder hasta un 18% de su PBI debido al cambio climático si no se adoptan medidas urgentes. Es evidente que prevenir una catástrofe climática requiere una reestructuración profunda de la economía global. Una tendencia emergente que está transformando el panorama de la sostenibilidad es la transición acelerada de un enfoque voluntario a uno obligatorio.