Sin embargo, las comunidades circundantes a las minas son las primeras en experimentar las preocupaciones asociadas al uso de este vital recurso. El proceso de extracción de metales, que implica la separación de los minerales de la roca, conlleva la utili-zación de considerables cantidades de agua, además de produc-tos químicos como el cianuro, arsénico o ácido sulfúrico, depen-diendo de la naturaleza del metal extraído. La escasez de agua en muchas de estas regiones ricas en recur-sos naturales plantea desafíos considerables para las empresas mineras, quienes se ven obligadas a considerar y desarrollar al-ternativas como el intercambio de agua o tecnologías de desala-ción, recuperación y reutilización del recurso hídrico. En este sen-tido, la gestión adecuada del agua residual se torna fundamental para mitigar posibles daños ambientales. El vínculo entre el agua y el cambio climático es innegable. Este último impacta de manera compleja en la distribución y dispo-nibilidad del agua en el planeta. Según un estudio realizado por el “World Resources Institute”, la Tierra se acercó a un déficit de agua del 56% en el año 2023. En el mundo, el uso del agua se distribuye asignado un 70% del la misma al riego de cultivos, un 20% al uso industrial y un 10% al consumo humano directo. Esta tendencia global se mantiene aún en estimaciones realizadas por Naciones Unidas para el año 2040. Desde patrones de precipitación impredecibles hasta la reduc-ción de las capas de hielo, pasando por el aumento del nivel del mar, inundaciones y sequías, los efectos del cambio climático re-caen, en gran medida, sobre el recurso hídrico.